jueves, 10 de julio de 2014

La verdad está ahí, entre cientos de mentiras.




Sal a la calle, levanta la mirada y busca al sol con ella. ¿Lo tienes? Levanta el dedo pulgar de alguna de tus manos e intenta taparlo. ¿Qué ocurre?
¿De qué nos sirve decir una pequeña mentira cuando sabemos que la verdad hará mucho daño? ‘No se enterará, además, tampoco tiene demasiada importancia…’ Cuando mentimos y nadie se percata de la verdad, la mentira se va haciendo más y más grande y quizás lo que al principio era un grano de arena, hoy es un desierto y las consecuencias de que esa mentira salga a la luz son desmesuradas. ¿El verdadero problema? Que ya es tarde para hacer las cosas bien, muy tarde.
Antes viste que algo tan sumamente grande no se tapa con un dedo. Y entonces, ¿cómo puedo tapar el sol si no es con un solo dedo? Te quedan 9 más, podrías usarlos. Le quitarían importancia al que utilizaste al principio, pero siempre estará ahí, ayudando junto con los demás.
Y una gran mentira, ¿con qué se cubre? Con más mentiras. Es un bucle infinito. Hasta que la propia verdad te estalle en la cara. ¿Qué harás entonces? Solo te quedará pedir perdón y esperar a que algún día esa ‘pequeña’ mentira y el recuerdo que dejaste por haberla mencionado desaparezcan. Pongamos ‘perdón’ en lugar de ‘dedo’ y recuerda; algo tan sumamente grande no desaparece con un simple dedo.

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